Álora, la bien cercada, -- tú que estás en par del río,
cercóte el adelantado -- una mañana en domingo,
de peones y de armas -- el campo bien guarnecido;
con la gran artillería -- hecho te había un portillo.
Viérades moros y moras -- todos huir al castillo:
las moras llevaban ropa, -- los moros harina y trigo,
y las moricas de quince años -- llevaban el oro fino,
y los moricos pequeños -- llevan la pasa y el higo.
Por encima de la muralla -- su pendón llevan tendido.
Entre almena y almena -- quedado se había un morico
con una ballesta armada -- y en ella puesta un cuadrillo.
En altas voces decía -- que la gente lo había oído:
-¡ Treguas, treguas, adelantado, -- por tuyo se da el castillo!
Alza la visera arriba, -- por ver el que tal le dijo:
asaetárale a la frente, -- salido le ha al colodrillo.
Sácole Pablo de rienda, -- y de mano Jacobillo,
estos dos que había criado -- en su casa desde chicos.
Lleváronle a los maestros -- por ver si será guarido.
A las primeras palabras -- el testamento les dijo.